Chau número tres
Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.
Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.
Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.
Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.
Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.
Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.
Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.
Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.
Te quiero
Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.
Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.
Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.
Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.
Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Hace algo más de una semana José Saramago escribía una entrada en su blog dedicada a Mario Benedetti: “Qué era, en verdad, Mario Benedetti, qué había sido él en toda su vida, mucho más que las múltiples profesiones ejercidas? Poeta. Entonces arranquemos sus poemas de la inmovilidad de la página y hagamos con ellos una nube de palabras, de sonidos, de música, que atraviesen el mar atlántico (las palabras, los sonidos, la música de Benedetti) y se detenga, como una orquesta protectora, delante de la ventana que está prohibido abrir, acunándole el sueño y haciéndolo sonreír al despertar”.
Hacía de sus novelas ejercicios de concisión, sencillez y oralidad
La iniciativa mantuvo con vida en el recuerdo de los lectores del autor de Con y sin nostalgias (1977). A todos ellos les tenía acostumbrados a una prosa que respetaba las leyes impuestas por su poesía y hacía de sus novelas ejercicios de concisión, sencillez y oralidad.
La de Benedetti, la literatura que quedará para siempre, es un ejercicio directo y sin titubeos, un trayecto que recorre firme lo que quiere ser dicho y lo que se dice. Lo mismo en sus cuentos, donde adelgazaba todo lo que podía el lenguaje, esquilmando adjetivos, despellejando la retórica y dejando paso al adverbio, al sustantivo y al verbo. La literatura en los huesos.
Ya desde trabajos como Buzón de tiempo (1999) existe la reflexión y preocupación por el paso del tiempo, mirando siempre lo que quedó atrás, a lo vivido, pasado y transcurrido. Pero nunca con nostalgia, siempre con ironía. Y la ternura. Eso es un buzón de tiempo a fin de cuentas, un lugar en el que echar todo lo pasado sin rencores. De Benedetti recordaremos la capacidad de hacer literatura con los hilos de la cotidianidad: “Esto más que un tiovivo parece un tiobobo”.
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